Comenzamos hoy el camino de una nueva Cuaresma, cuarenta días en los que recorreremos, junto a Cristo, y unidos en comunidad, ese desierto al que fue conducido el pueblo de Israel tras su cautiverio en Egipto, el mismo desierto en el que el propio Dios fue más tarde tentado.
El ayuno, la penitencia, la limosna y la oración que deben marcar nuestra acción y vida interior en este tiempo de conversión, no deben sino ayudarnos a adquirir consciencia del auténtico desierto en el que se esta convirtiendo nuestra sociedad. Y es que cada vez se antoja más difícil sobrevivir en este espacio árido de fe, seco de amor y de humanidad, que es el mundo que hoy nos rodea.
Pero, a pesar de todo desánimo que nos puedan invadir al reflexionar sobre esta realidad, siempre cabrá en nosotros una esperanza; la esperanza, en palabras del Santo Padre Francisco, de que "con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación".
Meditemos, pues, hoy, su mensaje para este tiempo litúrgico, y "acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2)". Que en nuestro interior nazca "la valentía de la conversión, de salir de la esclavitud" movidos por la fe y la caridad, que "llevan de la mano a esta pequeña esperanza. Le enseñan a caminar y, al mismo tiempo, es ella la que las arrastra hacia adelante".
Si deseas leer el mensaje completo del Papa Francisco para esta Cuaresma, puedes hacerlo en el siguiente enlace:
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2024/02/01/010224a.html
.jpeg)
